Somos profesionales
de la aviación.
Somos profesionales
de la educación.
Somos Icaros.

Somos un equipo de profesionales de la educación, con gran pasión por el vuelo, los procesos de crecimiento, el desarrollo profesional y la mejora continua. Por y para ello nos hemos formado y perfeccionado en didáctica, pedagogía y gestión educativa en reconocidas universidades de nuestro país, buscando con ello agregar valor a la seguridad operativa aeronáutica.
Nos dedicamos a esta pasión desde el año 2003.
En el año 2007 desarrollamos en conjunto el área académica de Flight Center, Centro que gestionamos desde sus inicios hasta la fecha. Por nuestras aulas han pasado ya más de 10.000 pilotos, instructores, mecánicos y despachantes de aeronaves que hoy se desenvuelven profesionalmente en distintos puntos de la región y del mundo.
En el año 2014 junto con Aviones Privados S.A., habilitamos un centro de entrenamiento y de instrucción en mantenimiento, el cual también gestionamos desde sus comienzos y lo seguimos haciendo en la actualidad.
Paralelamente ofrecemos servicios de capacitaciones in company, sintaxis visual, consultoría, capacitaciones específicas, taxi aéreo, entro otros.

Somos profesionales de la aviación.

Somos profesionales de la educación.

Somos Icaros

En la mitología griega, Ícaro (en griego antiguo Ἴκαρος Ikaros) es hijo del arquitecto Dédalo, constructor del laberinto de Creta, y de una esclava. Fue encarcelado junto a él en una torre de Creta por el rey de la isla, Minos.
Dédalo consiguió escapar de su prisión, pero no podía abandonar la isla por mar, ya que el rey mantenía una estrecha vigilancia sobre todos los veleros, y no permitía que ninguno navegase sin ser cuidadosamente registrado. Dado que Minos, el rey, controlaba la tierra y el mar, Dédalo se puso a trabajar para fabricar alas para él y su joven hijo Ícaro. Enlazó plumas entre sí empezando por las más pequeñas y añadiendo otras cada vez más largas, para formar así una superficie mayor. Aseguró las más grandes con hilo y las más pequeñas con cera, y le dio al conjunto la suave curvatura de las alas de un pájaro. Cuando al fin terminó el trabajo, Dédalo batió sus alas y se halló subiendo y suspendido en el aire. Equipó entonces a su hijo de la misma manera, y le enseñó cómo volar. Cuando ambos estuvieron preparados para volar, Dédalo advirtió a Ícaro que no volase demasiado alto porque el calor del sol derretiría la cera, ni demasiado bajo porque la espuma del mar mojaría las alas y no podría volar. Entonces padre e hijo echaron a volar.
Pasaron las islas de Samaos, Delos y Lebintos, y entonces el muchacho comenzó a ascender como si quisiese llegar al paraíso. El ardiente sol ablandó la cera que mantenía unidas las plumas y éstas se despegaron. Ícaro agitó sus brazos, pero no quedaban suficientes plumas para sostenerlo en el aire y cayó al mar. Su padre lloró y lamentando amargamente sus artes, llamó a la tierra cercana al lugar del mar en el que Ícaro había caído Icaria en su memoria. Dédalo llegó sano y salvo a Sicilia bajo el cuidado del rey Cócalo, donde construyó un templo a Apolo en el que colgó sus alas como ofrenda al dios.
“Compartimos con Ícaro la pasión por el alto vuelo, pero conocemos nuestras limitaciones y las del medio en el que nos desempeñamos. Tenemos un profundo compromiso con la seguridad. La historia de este ser mitológico nos sirve para recordar día a día la importancia de la aplicación del criterio aeronáutico, la conciencia situacional, la responsabilidad y el compromiso social en la formación y capacitación del personal aeronáutico y de otras especialidades, como así también en el desarrollo de las futuras operaciones aéreas”.
“Queremos ser los Ícaros del siglo XXI, con nuestro corazón en el cielo y los pies sobre la tierra”.